domingo, 21 de julio de 2019

"Heritage Ville". Capítulo 5

Al salir de ahí, decidí sentarme en la cama para abrir la caja de música, pero no podía abrirla de ninguna forma pues no encontraba como hacerlo. Pasado un rato intentando acordarme de cómo se abría pues Mirtha me dijo que tenía un pequeño truco por fin lo recordé y la pude abrir al tiempo que una pequeña bailarina giraba y giraba con una canción que ahora me era fuertemente familiar. El sonido de esa melodía, el olor de aquella pequeña cajita escondida… mi familia… Mirtha…lo que pasó aquel día… estaba empezando a recordar poco a poco todo lo que había pasado…

Mi madre solía contarme cuando era más pequeña historias sobre Heritage Ville, las cosas que había hecho nuestra familia por los más necesitados, las tierras que les dejábamos cultivar y recolectar, que siempre ayudábamos a la gente del pueblo en todo lo que estaba en nuestras manos... Lo que no me contó fue el resto de la historia de la familia. Resulta que edificamos la monstruosa mansión robando las tierras de los aldeanos años atrás, con ellos ganamos toda la fortuna de la que disponemos, usábamos a las personas y las explotábamos hasta desvanecerse en el mismo polvo extrayéndoles gota a gota la sangre de su esfuerzo transformándolo en billetes para nuestro beneficio propio. Con el paso de los años nuestra familia forjó una reputación que distaba mucho de ser honrada y así fue como una noche, una anciana del pueblo nos maldijo al haber acabado mi tatarabuelo con su nieta degollándola no sin antes haberla agredido sexualmente y mutilado. Nadie de la familia le hizo caso, pero todo aquel que vivía en la gran mansión, acababa muerto de las peores formas posibles. Quizá esa maldición no era tan fantasiosa ahora mismo.


"Heritage Ville". Capítulo 4

Al recorrer la habitación con la mirada fija en ninguna parte, me di cuenta de que olía igual que cuando era pequeña, a canela y limón, estaba totalmente iluminada por el gran ventanal del fondo, lo cual era algo ridículo incluso para ponerse a pensar en ello, así qué seguí mirando y fui a parar al pequeño rincón en el suelo que había al lado del escritorio, allí estaba segura que de pequeña guardaba una cajita de música antigua que me regaló mi abuela Veina,  o eso me dijeron mis padres pues yo nunca llegué a conocerla, ella falleció el mismo día  y a la misma hora de mi nacimiento. Agachándome para poder pasar pues habían pasado unos cuantos años desde entonces y ahora me era más difícil entrar que en aquellos tiempos. Apartando algunas telarañas y estornudando debido al polvo que se había organizado por tantos años, llegué hasta una pequeña caja negra con el único adorno de una franja roja con letras que no entendía pues era otro idioma, lo raro de todo era que la cajita estaba como el primer día que me la dio mi madre, como si no hubiese pasado el tiempo para ella, como si todo en aquella habitación se hubiese detenido el mismo momento en que puse un pie fuera de la mansión.